Antes de salir de vacaciones, el maestro de la clase de Español nos proporcionó este escrito, y nos dijo que estaba muy interesante por que trata un tema muy importante que se da mucho en la etapa de la adolescencia y que esperaba que eso no nos pasara a nosotros.
Una mujer alcanza su madurez sexual a los 13 años, un hombre hasta los 15. Ahora escuchen bien, señoritas: esto no significa que puedan andar pervirtiéndose, ¡la virginidad es un valor! —el timbre del receso interrumpió la letanía de la miss.
—¿Tú crees eso? —preguntó Camila.
—La neta no... a lo mejor le creería si no...
—¿Si no qué? —Camila la detuvo en medio del pasillo.
—¡Ja ja! ¡Si no me cogiera al Manolo cada sábado!
—Cierto. Estas maestras bobas no saben nada.
—Y a ti, ¿cómo te fue en la fiesta?
Camila guarda silencio. Mariana y ella son amigas desde preescolar. No hay cosa que no compartan y, meses antes, cuando Mariana le contó lo que pasó con Manolo, ella se sintió menos, rechazada. A sus 15 años era la única virgen del grupito. No queriendo serlo, decidió vencer a su castidad. Además, tampoco era muy complicado cogerse a alguien. Total, era bonita y le han dicho que tiene buen lejos.“Cosa de ponerme de modo”, pensaba. Cada dos o tres semanas, en la Chapultepec se organizaban buenas fiestas: “Suficientes chelas, tachas y condones para alimentar a un regimiento”, dijo Mariana. “Así que bueno —pensó Camila—, cosa de ponerme de modo”. Pero para su suerte, la racha fiestera había acabado. Pasó el tiempo y su oportunidad no llegaba. No tenía novio y ningún chico le interesaba como para comprometerse tanto. A su ver, esto de la virginidad debería ser algo más práctico que bonito. Recordaba a su hermana María, enculada con el mismo idiota desde hacía años. Su primer acostón fue al cumplir 15 años, justo en una fiesta de la Chapu. Los papás de Chester viajaban. Cuando se corrió la voz, el reventón se organizó. La gente llegó temprano y a eso de las nueve pm todos estaban más que pasados. En un rincón, Carlos y Rebeca se besaban y él, con una mano debajo de la
falda, se la goloseaba.
—¿Ya viste? —comentó Chester.
—Debería darles pena. Hacer eso así tan... público.
—Mejor en privado, ¿verdad?
María asintió. Chester se puso de pie y la condujo a la alcoba de sus padres. No les costó trabajo desnudarse y cogerse. Pasó el tiempo y Chester le perdió el gusto a María. Buscó cualquier pretexto para terminarla. Malo por ella, que quedó muy enculada.
—Yo —lloraba María— le entregué mi virtud a este pendejo que no supo aprovechar.
—Me parece que se aprovechó muybien, hermanita —reía Camila.
—¿Tú qué sabes del amor, pendeja?
—¡Uta! Si el amor me va a traer así de pendeja, mejor me chingo al primer cabrón que venga. Yo no seré de nadie.
Terminó el ciclo escolar. Llegó el verano y las fiestas en la Chapu. Camila sabía que ésa sería su noche. A esas fiestas sólo se va a coger y ella no sería la excepción. Vistió una falda corta, plisada,
a cuadros. Calcetas blancas y zapatos de charol. A veces van chicos más grandes y
el look de colegiala los atrae. Llegó después de las nueve. Mariana estaba en un sillón, charlando con varios chicos. Presentó a Camila y la dejó con ellos. “Nomás me la regresan en un sola
pieza”, sentenció. Camila empezó a coquetear con Alex, el que le pareció más experimentado. Rozó su hombro, la espalda, las manos. Poco tiempo pasó para que él la invitara a una de las recámaras y ella, emocionada, aceptó. Llegaron a la habitación. Ella empezó a desnudarse.
“Caray, qué prisa tienes”, dijo Alex sonriente. “Es mi primera vez”, dijo ella. “Ah... Nos encantan las vírgenes”. “¿Nos?”, preguntó Camila. “¿No te avisaron?” La puerta se abrió y entró el resto
del grupo que conoció abajo. Siempre con una sonrisa, Alex fue el primero en desnudarse. Camila se abrazó de una almohada pero ya la sujetaban de pies y manos. La música ahogó sus gritos y lamentos mientras se turnaban con ella. Pasaron casi dos horas desde que Camila subió a la cama y allí, hecha bolita, escuchó a uno de ellos decir que “era virgen”.“Era...”, rió otro.
—¿Y bien? —insistió Mariana. ¿Cómo te fue el sábado?
—No pasó nada —resistió.
—¿Y eso por qué?
—Pues... creo que no supe ponerme de modo —dijo Camila, segundos antes de romper en llanto.
PONERSE DE MODO
Una mujer alcanza su madurez sexual a los 13 años, un hombre hasta los 15. Ahora escuchen bien, señoritas: esto no significa que puedan andar pervirtiéndose, ¡la virginidad es un valor! —el timbre del receso interrumpió la letanía de la miss.
—¿Tú crees eso? —preguntó Camila.
—La neta no... a lo mejor le creería si no...
—¿Si no qué? —Camila la detuvo en medio del pasillo.
—¡Ja ja! ¡Si no me cogiera al Manolo cada sábado!
—Cierto. Estas maestras bobas no saben nada.
—Y a ti, ¿cómo te fue en la fiesta?
Camila guarda silencio. Mariana y ella son amigas desde preescolar. No hay cosa que no compartan y, meses antes, cuando Mariana le contó lo que pasó con Manolo, ella se sintió menos, rechazada. A sus 15 años era la única virgen del grupito. No queriendo serlo, decidió vencer a su castidad. Además, tampoco era muy complicado cogerse a alguien. Total, era bonita y le han dicho que tiene buen lejos.“Cosa de ponerme de modo”, pensaba. Cada dos o tres semanas, en la Chapultepec se organizaban buenas fiestas: “Suficientes chelas, tachas y condones para alimentar a un regimiento”, dijo Mariana. “Así que bueno —pensó Camila—, cosa de ponerme de modo”. Pero para su suerte, la racha fiestera había acabado. Pasó el tiempo y su oportunidad no llegaba. No tenía novio y ningún chico le interesaba como para comprometerse tanto. A su ver, esto de la virginidad debería ser algo más práctico que bonito. Recordaba a su hermana María, enculada con el mismo idiota desde hacía años. Su primer acostón fue al cumplir 15 años, justo en una fiesta de la Chapu. Los papás de Chester viajaban. Cuando se corrió la voz, el reventón se organizó. La gente llegó temprano y a eso de las nueve pm todos estaban más que pasados. En un rincón, Carlos y Rebeca se besaban y él, con una mano debajo de la
falda, se la goloseaba.
—¿Ya viste? —comentó Chester.
—Debería darles pena. Hacer eso así tan... público.
—Mejor en privado, ¿verdad?
María asintió. Chester se puso de pie y la condujo a la alcoba de sus padres. No les costó trabajo desnudarse y cogerse. Pasó el tiempo y Chester le perdió el gusto a María. Buscó cualquier pretexto para terminarla. Malo por ella, que quedó muy enculada.
—Yo —lloraba María— le entregué mi virtud a este pendejo que no supo aprovechar.
—Me parece que se aprovechó muybien, hermanita —reía Camila.
—¿Tú qué sabes del amor, pendeja?
—¡Uta! Si el amor me va a traer así de pendeja, mejor me chingo al primer cabrón que venga. Yo no seré de nadie.
Terminó el ciclo escolar. Llegó el verano y las fiestas en la Chapu. Camila sabía que ésa sería su noche. A esas fiestas sólo se va a coger y ella no sería la excepción. Vistió una falda corta, plisada,
a cuadros. Calcetas blancas y zapatos de charol. A veces van chicos más grandes y
el look de colegiala los atrae. Llegó después de las nueve. Mariana estaba en un sillón, charlando con varios chicos. Presentó a Camila y la dejó con ellos. “Nomás me la regresan en un sola
pieza”, sentenció. Camila empezó a coquetear con Alex, el que le pareció más experimentado. Rozó su hombro, la espalda, las manos. Poco tiempo pasó para que él la invitara a una de las recámaras y ella, emocionada, aceptó. Llegaron a la habitación. Ella empezó a desnudarse.
“Caray, qué prisa tienes”, dijo Alex sonriente. “Es mi primera vez”, dijo ella. “Ah... Nos encantan las vírgenes”. “¿Nos?”, preguntó Camila. “¿No te avisaron?” La puerta se abrió y entró el resto
del grupo que conoció abajo. Siempre con una sonrisa, Alex fue el primero en desnudarse. Camila se abrazó de una almohada pero ya la sujetaban de pies y manos. La música ahogó sus gritos y lamentos mientras se turnaban con ella. Pasaron casi dos horas desde que Camila subió a la cama y allí, hecha bolita, escuchó a uno de ellos decir que “era virgen”.“Era...”, rió otro.
—¿Y bien? —insistió Mariana. ¿Cómo te fue el sábado?
—No pasó nada —resistió.
—¿Y eso por qué?
—Pues... creo que no supe ponerme de modo —dijo Camila, segundos antes de romper en llanto.
Marvin Durán Rod ríguez
Participó en el virtuality Caza de Letras con el
seudónimo Sabinazo.
Tiene 30 años. Vive en Tijuana, Baja California.
Estudió Lengua y Literatura Hispanoamericanas.
Participó en el virtuality Caza de Letras con el
seudónimo Sabinazo.
Tiene 30 años. Vive en Tijuana, Baja California.
Estudió Lengua y Literatura Hispanoamericanas.